“Si los médicos de hoy no se convierten en los nutricionistas de mañana, los nutricionistas de hoy serán los médicos del mañana”, dijo Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina en 1912. No cabe duda de que la nutrición desempeña un papel esencial en nuestra vida. Los alimentos no solo son nuestra principal fuente de energía, sino que también nos aportan los nutrientes que necesitamos para mantenernos saludables.
De hecho, un estudio realizado en la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg reveló que en España el 10,7 % de las muertes por problemas cardiovasculares se deben a una dieta inadecuada. En total, se estima que los malos hábitos alimentarios son los responsables de la muerte de 43 personas por cada 100.000 habitantes en España. Por eso, es importante contar con nutricionistas que puedan indicarnos una dieta más equilibrada que satisfaga realmente nuestras necesidades.
Tabla de contenidos
¿Por qué es tan importante la labor del nutricionista?
Un nutricionista es un profesional capacitado para diseñar planes de alimentación equilibrados y saludables para las personas de manera individual o grupos con necesidades específicas. Este profesional nos aconseja sobre una buena nutrición y nos indica los hábitos alimenticios más adecuados.
Los médicos y farmacéuticos suelen recibir una formación general en materia de nutrición, pero el nutricionista es el profesional más adecuado para evaluar nuestros requerimientos diarios y diseñar la dieta que pueda satisfacerlos. Entre las principales funciones del nutricionista se encuentran:
1. Ayudar a las personas a mantener un peso saludable
El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para la aparición de numerosas enfermedades. Un nutricionista se encarga de asesorarnos para que llevemos una dieta que nos permita mantener nuestro peso ideal, ya se trate de un régimen para adelgazar o para evitar la ganancia de peso, que también satisfaga nuestras necesidades energéticas y evite las carencias nutricionales.
2. Modificar los malos hábitos alimentarios
En muchas ocasiones, ya sea por desconocimiento o falta de tiempo, asumimos malos hábitos alimenticios que facilitan la aparición de diferentes enfermedades. Un nutricionista puede ayudarnos a comer mejor. De hecho, no es necesario tener un problema para acudir a este profesional. El nutricionista desempeña una labor didáctica enfocada en ayudarnos a elegir los alimentos más saludables, enseñarnos a interpretar el etiquetado nutricional, mostrarnos las mejores combinaciones de alimentos y facilitarnos la introducción de opciones más saludables en nuestra dieta.
3. Diseño de dietas específicas para diferentes enfermedades
Existen determinadas condiciones que cambian nuestras necesidades nutricionales, como una enfermedad. En ese caso, el nutricionista desempeña un papel fundamental para indicarnos cuál es la dieta más adecuada. De hecho, existen dietas específicas que pueden ayudarnos a mantener bajo control desde la hipertensión hasta los problemas renales, las alergias, la diabetes o la hipercolesterolemia. Ese tipo de dietas pueden aliviar los síntomas y mejorar nuestra calidad de vida.
4. Asesoramiento nutricional en las diferentes etapas de la vida
A lo largo de la vida nuestras necesidades nutricionales varían. Satisfacerlas adecuadamente nos ayudará a evitar múltiples enfermedades. Un nutricionista puede indicar cuál es la dieta más adecuada para los niños, adolescentes, adultos y personas mayores, así como ajustarla a los requerimientos específicos del embarazo y la lactancia. De esta manera nos aseguraremos de satisfacer nuestras necesidades de macronutrientes, calorías, vitaminas y minerales en cada etapa de nuestra vida.
5. Mejora del rendimiento deportivo
Dado que la alimentación es nuestra principal fuente de energía, si llevamos una dieta inadecuada, es probable que nuestro rendimiento físico y mental se resientan. El nutricionista puede acudir en nuestra ayuda si, por ejemplo, comenzamos a sufrir fatiga o niebla mental debido a una alimentación insuficiente. También puede proponernos un régimen nutricional adecuado si practicamos algún deporte de manera profesional o realizamos un entrenamiento intensivo. Así podremos mejorar nuestro rendimiento y recuperarnos más rápido después del entrenamiento.
¿Cómo se forma un nutricionista?
El nutricionista es un profesional acreditado. De hecho, en un tema tan importante como nuestra alimentación, es importante evitar el intrusismo profesional y ponernos en manos expertas. En España existe un título oficial, el Grado en Nutrición Humana y Dietética, que brinda todas las herramientas prácticas y teóricas para el ejercicio de esta profesión. Aunque también se puede cursar un Técnico Superior en Dietética, un ciclo superior de formación profesional que dura dos años.
También existen diferentes programas de máster en Nutrición que brindan la posibilidad de especializarse en esta rama a los distintos profesionales del ámbito de la salud. La Universidad Tech, por ejemplo, ofrece un máster en Nutrición Clínica que forma a sus profesionales en materias como la dietética hospitalaria, las alergias alimentarias y la nutrición en enfermedades crónicas.
Su programa de Nutrición Clínica en Pediatría aborda desde la fisiología de la nutrición infantil hasta los problemas nutricionales y las patologías digestivas más comunes en esta etapa de la vida. Otros programas, como el máster en Nutrición Deportiva, forma a los profesionales para que comprendan la fisiología del ejercicio y ajusten la dieta del deportista a su gasto energético, composición corporal y estado nutricional, con el objetivo de optimizar su rendimiento y facilitar la recuperación.
Por tanto, si quieres acudir a un nutricionista, asegúrate de que sea un profesional acreditado. Obviamente, cuanto más especializado esté en el problema que te afecta o la condición en la que te encuentras, mejor.
Meier, T. et. Al. (2019) Cardiovascular mortality attributable to dietary risk factors in 51 countries in the WHO European Region from 1990 to 2016: a systematic analysis of the Global Burden of Disease Study. European Journal of Epidemiology; 34: 37–55.