Las vitaminas son fundamentales para nuestro metabolismo. Cada vitamina cumple una función diferente, por lo que es única e insustituible y su falta termina notándose en el organismo. Algunas vitaminas intervienen en el desarrollo de los huesos y activan la síntesis de colágeno, facilitando la cicatrización de las heridas. Otras vitaminas protegen los vasos sanguíneos, participan en la formación de anticuerpos y median en la regulación del metabolismo de las grasas y las proteínas.
A pesar de ser tan importantes, no podemos sinterizar la mayoría de las vitaminas que necesitamos, o al menos no en cantidades suficientes, por lo que debemos recurrir a un aporte externo. Generalmente podemos obtener las vitaminas a través de los alimentos, pero en algunas ocasiones, como cuando estamos sometidos a un gran estrés, nos enfrentamos a una sobrecarga de trabajo o experimentamos las molestias típicas del invierno, podríamos necesitar un aporte adicional. En esos casos podemos recurrir a los suplementos vitamínicos.
Las vitaminas naturales no son iguales a las sintéticas
Muchos de los suplementos vitamínicos que podemos encontrar en la actualidad se elaboran de manera sintética. Eso significa que están hechos en laboratorio para imitar las vitaminas naturales. El problema es que muchas de las vitaminas sintéticas se han “aislado”, de manera que carecen de los transportadores y cofactores asociados a las vitaminas naturales. Como resultado, nuestro organismo no puede aprovecharlas al máximo, como haría con la versión natural.
Las vitaminas naturales suelen estar asociadas a otras vitaminas, enzimas y minerales que regulan la manera en la que nuestro organismo las reconoce, metaboliza y usa. Las vitaminas, por ejemplo, son precursoras de las coenzimas, a partir de las cuales se elaboran miles de enzimas que regulan las reacciones químicas, pero para que este proceso ocurra es necesario que intervengan los minerales.
Cuando nuestro organismo no puede utilizar las vitaminas “aisladas”, las almacena hasta que logre obtener o generar los nutrientes que necesita. Si no los obtiene, termina desechando esas vitaminas, de manera que su consumo es prácticamente inútil. En otros casos, cuando las vitaminas sintéticas carecen de minerales, nuestro organismo se ve obligado a usar su propia reserva para asimilarlas, lo cual puede conllevar a un déficit de estos micronutrientes.
Un estudio realizado en la Universidad de Milán, por ejemplo, mostró que la vitamina E natural es un simple estero-isómero mientras que la vitamina E sintética es una mezcla de 8 estero-isómeros, de los cuales solo uno (que representa el 12,5%) es igual a la vitamina E natural. El betacaroteno, que forma parte de la familia de carotenoides, no se encuentra solo de manera natural, por lo que al aislarlo para sintetizarlo se pierde el resto de los componentes que potencian su acción antioxidante.
Investigadores de la Universidad de Scranton también comprobaron que absorbemos hasta un 35% más el ascorbato (vitamina C) obtenido a partir del extracto cítrico natural que el que se encuentra en la versión sintética. La absorción de las vitaminas naturales también se produce de manera más lenta, lo cual mejora la biodisponibilidad. De hecho, nuestro organismo suele eliminar de manera más rápida las vitaminas sintéticas que las naturales, lo cual reduce la posibilidad de aprovecharlas.
Los productos de salud naturales, una apuesta más segura
La buena noticia es que existen suplementos vitamínicos elaborados de manera natural. Arkovital, por ejemplo, es de origen vegetal. Está compuesto al 100 % por vitaminas de plantas y frutas que se extraen sin usar disolventes ni ingredientes químicos.
Ese procedimiento natural aporta un poder antioxidante dos veces superior al que se puede conseguir con las vitaminas sintéticas, por lo que es más eficaz para prevenir todas aquellas enfermedades relacionadas con los radicales libres. De hecho, un estudio de Arkopharma comprobó que la actividad antioxidante total de la fórmula natural Arkovital Pura Energía es un 30% mayor que la fórmula química equivalente.
Además, al tratarse de vitaminas más compatibles con nuestro organismo, las asimilamos mejor. Al ser más seguras, también podemos recurrir a ellas por periodos de tiempo más largos o incluso durante todo el año.